San Fernando Spanish SDA Church

Todo verdadero creyente en Cristo desea llegar a ser como Cristo en perfección y santidad. Quisiéramos agradar al Señor en todos los aspectos. Sin embargo, muy a menudo, nuestros nobles deseos se ven frustrados por nuestra fragilidad e imperfección humana. A menudo nos frustramos y nos desanimamos cuando vemos que nuestras imperfecciones bloquean la senda hacia la santidad.

El clamor del apóstol Pablo es tambien el nuestro: “Lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal esta en mí,….!Miserable de mi! Quien me librara de este cuerpo de muerte? Rom 7:15, 21, 34. Pero, rápido el apóstol Pablo contesta: "!Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro!” (V.25). Su respuesta nos da confianza y descanso.

Pablo esta convencido de que Dios siempre termina lo que comienza, en relación a la  santificación, y la salvación de cada creyente. La obra de la santificación es un proceso que tarda toda la vida. Esta obra debe proseguir continuamente. Esta obra solo puede progresar si abrazamos la luz de la verdad en nuestros corazones, y fijamos nuestra vista en el autor y consumidor de nuestra fe: nuestro Señor Jesucristo (mensajes selectos vol.1, pag. 372). Pablo nos recuerda que “...somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espiritu del Señor” (2 Con 3:18). Humanamente, nos pareciera que este es un proceso largo y penoso; pero, la promesa esta ahi: “el que comenzó la buena obra la perfeccionara hasta el día de Jesucristo” .

Mientras tanto, todos jugamos un papel importante en este proceso. El apóstol Pablo lo llama así: “…ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor…” (Fil 2:12). O sea, con toda humildad, y de corazón sincero, asidos de la palabra de Dios, buscando en oración al Señor, y sometiendo nuestra voluntad a Cristo. Regocijémonos al saber que pertenecemos a Dios como hijos amados, y que Dios esta obrando en nosotros para que su voluntad se cumpla, y seamos una bendición para los demás. Mira cada evento de este día como parte de ese proceso, y deja que el Espiritu Santo te use para bendecir a otros. Aprovecha al máximo todos los recursos que Dios ha puesto a nuestro alcance para nuestro crecimiento espiritual. 

Pastor Javier Huerta